Una de las películas nominadas al Oscar
que más está dando que hablar es The Wolf
of Wall Street (2013), dirigida por Martin Scorsese. El veterano director quería
filmar este proyecto desde hace varios años. Su interés era mostrar de manera desinhibida
la jungla del mundo de Wall Street a través de la vida de Jordan Belfort, un
joven bróker que se hizo millonario estafando a la bolsa de valores gringa.
El neoyorquino Scorsese siempre se ha
interesado en presentar historias que ocurren en su ciudad natal; así como
woody Allen, Scorsese tiene una fascinación por Nueva York, su gente, su
historia, su modo de ser vista por el mundo, sus distintas realidades, etc.
En sus primeros trabajos como Mean Streets (1972), Alice Doesn’t Live Here Anymore (1974) o
Taxi Driver (1976), Martin Scorsese
mostraba una ciudad oscura, guarida de gente marginal, donde la clase
trabajadora prácticamente se mezcla con lo más bajo de una urbe llena de
diversidad. Más adelante en su carrera, Scorsese se sumergiría en mostrar la
historia de la gran manzana en trabajos infravalorados como The Age of Inocence (1995) o Gangs of New York (2002), ambas obras
magistrales del director.
En Goodfellas (1990) el director ítalo americano mostraba de modo
descarado la historia de un grupo de mafiosos italianos que parecían ser los reyes
de la ciudad. Pero la visión del director sobre su Nueva York querida se ha
visto alimentada a través de algunas personas cuyas vidas han sido tan
tumultuosas como las de la ciudad que los albergaba. La mejor de todas estas películas,
quizás la mejor de toda su filmografía, es Raging
Bull (1980). El Jake La Motta de Robert de Niro es un verdadero toro
salvaje, un hombre que no puede controlar su vida en una ciudad que no puede
controlarse a sí misma. Raging Bull no es una película de deportes, es un estudio
de personalidad, al igual que lo es The Wolf
of Wall Street (2013), donde Leonardo DiCaprio termina de consumarse en el
nuevo Robert de Niro del director, es decir su actor fetiche.
Leonardo DiCaprio, Martin Scorsese y Jonah Hill van al Oscar
este año por este film
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DiCaprio es Jordan Belfort, un joven
de clase media que descubre en la venta de acciones y valores la forma de
hacerse rico. La inocencia con que vemos llegar a Belfort a Wall Street nos
recuerda a Ray Liotta en los primeros minutos de Goodfellas. Luego Belfort, se ve consumido por la vorágine del
mercado de valores, donde todo se vende y todo se compra, el paraíso de la especulación
donde solo hay espacio para la ambición. Una escena clave de la película es el
encuentro entre Belfort y su primer gerente, papel que interpreta Matthew McConaughey,
este último le explica al joven practicante la fórmula para el éxito. Mientras uno
toma agua tímidamente, el otro bebe un Martini y aspira cocaína. El absurdo
canto que es obligado a hacer el papel de DiCaprio es el rito de iniciación en
este reino del exceso.
Durante las siguientes casi tres
horas, veremos el ascenso, los abusos, el apogeo y el descenso del lobo de Wall
Street, nombre que adquiere debido a las orgias que organiza en su empresa. La narración
que hace Scorsese es ágil, mezcla distintos estilos, tiene flashbacks que nos
hacen repetir momentos desde otra perspectiva, por momentos apuesta por cámaras
lentas que enfatizan generalmente los efectos de los narcóticos en los protagonistas.
Pero también hay escenas fugaces, como si el director quisiera que tomemos un
viaje alucinógeno a través de las imágenes. La película empieza siendo narrada
por el propio Belfort, luego por momentos lo vemos dirigirse a la audiencia
directamente; Scorsese utiliza momentos sacados de comerciales televisivos, acompaña
la narración con música moderna conocida, apuesta por mostrar todo el exceso
que puede. El guion del legendario Terence Winter, es complejo, marcado por la
presencia de Belfort, quien se convierte en el modelo a seguir de una generación
que tiene al placer y al dinero como única divinidad.
Scorsese dirige a DiCaprio y a la bella Margot Robbie en
una de las escenas más picantes de la cinta
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El éxito de The Wolf of Wall Street radica tanto en la dirección atrevida de Scorsese
y su magistral puesta en escena, como en
la actuación de Leonardo DiCaprio. En su quinta película juntos, DiCaprio y Scorsese
han logrado una colaboración artística perfecta. En el trabajo de DiCaprio no
queda nada del Jack Dawson de Titanic
(1997), el actor ha evolucionado en un intérprete de muchos matices, capaz
de dominar con una tranquilidad sorprendente un papel que mezcla la comedia física
con la realidad. Es interesante que DiCaprio interprete a Belfort el mismo año
que interpreta el rol principal en The
Great Gatsby (2013), ambas cintas muestran las excentricidades de una sociedad
que pareciera estar apartada del mundo. Pero ambos films son radicalmente
distintos, y en ambos el buen Leo está a la altura del encargo. En The Wolf of Wall Street, el actor logra
la mejor actuación de su carrera hasta el momento, es un hombre carismático, capaz
de vender cualquier cosa, que en la búsqueda de sí mismo encuentra su propia perdición.
The Wolf of Wall Street es otra obra maestra
de Martin Scorsese; es una película atractiva, sexy, atrevida e interesante. Después
de Hugo (2011), Scorsese nos vuelve
a dar una cinta para adultos, con un mensaje subliminal aterrador y
escalofriante que se esconde detrás de un relato en apariencia banal o cómico. Después
de todo, el director ha buscado mostrar una realidad donde el sentido de humanidad
pareciera haberse esfumado como se aspira una línea de cocaína. Brillante trabajo
de un genio del cine, que ha logrado uno de los mejores títulos del año. Totalmente
recomendable.