En medio de la controversia suscitada
por las acusaciones de abuso del hijo adoptivo de su ex pareja Mia Farrow, se
estrena la más reciente película de Wood Allen, Blue Jasmine (2013). La película cuenta la historia de Jasmine, una
mujer de la alta sociedad neoyorquina que se ve obligada a recurrir a su
hermana en San Francisco, después que su esposo ha causado la bancarrota de sus
negocios por distintas estafas.
Durante la cinta, veremos como estas
dos hermanas se relacionan, entre peleas y comentarios agudos, como son cómplices
por momentos pero que nunca renuncian a las identidades que las han
diferenciado siempre.
Woody Allen es uno de esos directores
que ha sabido mostrar de manera brillante en el cine las relaciones entre
mujeres. En una época de escasez de personajes femeninos interesantes, Blue Jasmine presenta dos papeles con
matices, que por momentos causan simpatía y en otros cierto recelo, pero que
comprimen una realidad que es muy fácil de reconocer.
En Blue Jasmine, Wood Allen vuelve a ese cine con una perspectiva íntima,
donde la mayoría del relato se realiza dentro de un hogar, donde los lazos
familiares son los que llevan toda la cinta. La Jasmine que diseña Allen, es
una mujer nerviosa, cuya lucha es tanto de identidad como con sus propios
recuerdos, no deja sus poses de superación bajo ninguna circunstancia y tiene
claro que su destino en la vida debe ser aquel que sus fantasías han creado. La
influencia de Blanche Dubois, ese trágico personaje femenino creado por Tennessee
Williams en Un Tranvía Llamado Deseo y que fue interpretado por Jessica Tandy en
el teatro y por Vivien Leigh en el cine, es más que evidente.
Blanchett brilla como Jasmine, se merece el Oscar y todos
los premios que ha ganado por este trabajo
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Jasmine no es un personaje simple y
su complejidad es interpretada de manera brillante por Cate Blanchett. La actriz
australiana asume desde la piel tanto la neurosis como la elegancia de la
socialité. La vulnerabilidad que tiene la actuación de Blanchett rompe por completo
con esas actuaciones acaparadoras que estamos acostumbrados a ver. No cabe duda
que la actriz crea un personaje perfecto, totalmente identificable y que
presenta una humanidad casi dolorosa.
El contrapeso perfecto de Jasmine lo
da la inglesa Sally Hawkins interpretando a su hermana Ginger, una mujer que
conoce sus limitaciones, con una mediocridad que se opone a la opulencia que
ambiciona su hermana. Ginger es para jasmine lo que Stella Kowalski era para Blanche
Dubois en la conocida obra de Williams.
Con un guión logrado, una narración relajada,
una puesta en escena sencilla al mejor estilo de un director que apuesta por
relatar cuentos personales y no grandes historias; Blue Jasmine es una película entretenida que logra la empatía entre
su relato y la audiencia. Hay que verla sobre todo para disfrutar la actuación
de sus actrices, la Blanchett es el bolo fijo para el Oscar a Mejor Actriz. Recomendable.
4 de 5
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