Roger Corman,
Lauren Bacall y Gordon Willis, los Oscar Honoríficos del 2008
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En el
año 2009 la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas tomó la decisión que
su Oscar Honorifico dejaría de ser presentado en la ceremonia anual de los Premios
de la Academia. En vez, se crearía una ceremonia independiente en fecha
distinta en la cual se le rendiría homenaje a los seleccionados para el premio
a la trayectoria de una vida. La razón de este cambio fue que la ceremonia del Oscar
dura mucho y lo apretado del tiempo impedía un justo homenaje a quienes
recibían el premio honorífico y además, obligaba a la Academia a entregar uno o
máximo dos de sus premios especiales.
La
realización de los Governor’s Awards ha permitido no solo una ceremonia larga y
dedicada únicamente a celebrar la vida y el trabajo de los homenajeados, los
cuales además ya no son uno o dos sino tres o cuatro. Lo único malo de este
cambio, es que este evento no es televisado y los fanáticos del cine no pueden
acceder en vivo a la emoción de esos tributos.
La noche
de los premios honoríficos se ha convertido en el primer gran suceso de la
temporada de premios y se realiza generalmente a fines de noviembre o inicios
de diciembre. Mientras que el anuncio con los galardonados se hace en las
primeras semanas de setiembre. Dado que la fecha se acerca, en este blog nos permitimos
mencionar a cuatro figuras que deberían ser incluidas entre la lista de laureados
de este 2013. Los criterios para su consideración han sido la edad, la
trayectoria, la influencia de su trabajo y también plantear un contraste frente
a los premiados en años recientes.
La Academia
tiene tres premios especiales, el primero es el Oscar Honorífico que quizás sea
el más conocido. Este galardón rinde homenaje a una persona por su cuerpo de
trabajo y sus aportes a la industria y el arte del cine, puede ser entregado a
cualquiera que haya tenido notable influencia en algún aspecto del séptimo
arte, sea como actor, director, escritor, técnico, etc.
El
segundo Premio Especial de la Academia es el Jean Hersholt Humanitarian Award,
que también tiene forma de Oscar pero que no premia la trayectoria artística de
la persona sino que se le entrega a alguien de la industria del cine que ha
tenido una notable contribución en algún aspecto humanitario o de proyección
social. El año pasado este premio fue entregado al ejecutivo Jeffrey Katzemberg,
uno de los directores de DreamWorks.
El
tercer Premio Especial de la Academia es el Irving G. Thalberg Memorial Award,
que se entrega en recuerdo del legendario productor de la MGM de ese nombre, conocido como “el chico
maravilla”. Este galardón no tiene forma de Oscar sino es un pequeño busto del
propio Thalberg. El premio es entregado únicamente a productores, cuyo trabajo
haya sido importante en el rubro de la producción de películas.
El Oscar
Honorífico se entrega todos los años, el premio Jean Hersholt y el Irving Thalberg
se entregan ocasionalmente. Dado que el año pasado se presentó el primero y no
el segundo, todo hace suponer que este año será la contrario; por eso es que en
esta entrada se propone únicamente a alguien para recibir el Irving G. Thalberg
Memorial Award.
Otro
elemento tomado en cuenta es que en los últimos 20 años solo dos mujeres han
recibido un Oscar Honorífico, Deborah Kerr en 1993 y Lauren Bacall en el 2008.
Y dado que hay varias mujeres del cine que deberían recibir su Oscar, en esta
nota proponemos a tres que desde hace mucho tiempo merecen este honor. Sería un
gran gesto por parte de la Academia que por primera vez sus tres homenajeadas
sean mujeres.
Sin más
rodeos, nuestros nominados son:
Robert Evans para el Irving
G. Thalberg Memorial Award
Robert Evans
en su oficina de los estudios Paramount
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En una
época en la que el cine de los años setenta vuelve a ser tan tomado en cuenta,
es importante rescatar no solo el trabajo de los directores y actores de esas
grandes cintas. Hay que reconocer el trabajo de los ejecutivos de los grandes
estudios que estuvieron dispuestos a arriesgar por estos jóvenes talentos. El
premio Thalberg premia a productores que apostaron por la calidad en el cine.
Ningún productor ha estado más cerca del ejemplo de Irving Thalberg que Robert
Evans. A mediados de la década del 60, Evans se inició en el cine como actor
sin mayor éxito, por lo que decidió dedicarse a la producción de películas.
Para finales de esa década ya era ejecutivo de la Paramount, y fue Jefe de Producción
de dicho estudio hasta 1975. Evans personificaba al ejecutivo de la nueva ola
en Hollywood, aquel que apostaba por las películas que los viejos productores
no querían. Evans prácticamente rescató a la Paramount de la quiebra con el
éxito de Love Story (1970)
protagonizada por su entonces esposa Ally McGraw. Evans fue la figura que promovió
cintas imprescindibles como Rosemary’s Baby
(1967) y Chinatown (1974) por la
cual estuvo nominado al Oscar como productor. Tanto The Godfather (1972) y The Godfather Part II (1974) fueron
producidas por Evans, aunque este le dio todo el crédito a Francis Ford
Coppola. Luego sería el productor de las interesantes Marathon Man (1976), Black
Sunday (1977) y The Cotton Club
(1984). Si bien es cierto la figura de Evans muchas veces ha sido opacada
por su controversial vida privada, no hay duda que el productor fue una ficha
fundamental en el apogeo de esa última gran edad dorada de Hollywood. Robert
Evans ahora con 83 años de edad y alejado del cine, se convierte en una figura
a seguir para los jóvenes productores de todo el mundo. Un hombre que supo
arriesgar por nuevos rostros como Jack Nicholson o Dustin Hoffman, que ha sido
protagonista de su propio documental tributo y que como el mismo Thalberg, supo
conquistar una industria con una escasa edad y un estilo propio.
Robert Evans
junto al equipo creativo de The Godfather, el escritor Mario Puzo,
el director Francis
Ford Coppola y el productor Albert S. Ruddy
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Para el Oscar
Honorífico, las nominadas son:
Agnes Varda
Agnes Varda
en una fotografía de finales del 50
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Ahora
que se habla tanto del género documental, nadie puede hablar de documentales
sin hablar de la gran Agnes Varda. Esta belga nacida en 1928, es probablemente
la única mujer que tuvo una voz importante en la llamada nueva ola francesa de
fines del cincuenta y la década del sesenta. Pero a diferencia de muchos
directores de ese movimiento, Varda se ha mantenido fiel a un estilo libre,
caracterizado por interpretar una voz de autor, con imágenes perfectamente
cuidadas y que se enmarcan en relatos que mezclan la realidad con la ficción. Agnes
Varda es una de esas directoras sin las cuales el cine dejaría de ser una forma
de arte, su trabajo es influencia para cineastas de todo el mundo que
encuentran en ella una fuente de inspiración. A pesar de sus 85 años, Varda
sigue haciendo películas y se mantiene activa en el círculo cinéfilo ya sea
como escritora o como miembro de algún jurado en algún festival importante,
siempre manteniendo esa independencia que la hace única en la galaxia del cine.
Algunas de sus cintas son esenciales para todo fanático del cine, sobretodo La Pointe-Courte (1956) que fue editada
por Alain Resnais, su obra más conocida Cleo
de 5 a 7 (1961), La Bonheur (1965),
Black Panthers (1968), Ulysse (1982), Les Glaneurs et la Glaneuse (2000), entre muchas otras.
Increíblemente, Agnes Varda nunca ha sido nominada a un Oscar, lo cual es una
terrible injusticia. Hace tres años la Academia le dio un merecido Oscar Honorífico
a Jean Luc Godard, quien a pesar de ser uno de los nombres esenciales del cine
tampoco había recibido nominación alguna. Siguiendo esta tendencia, es hora que
la Academia le rinda tributo a una mujer cuyo nombre está entre lo más
importante del cine de todos los tiempos.
Agnes Varda
en una fotografía reciente
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Maureen O’Hara
Retrato de
Maureen O’Hara en los años 50
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Cuando
se habla del Hollywood clásico, se habla de grandes películas, de buenos
directores pero sobretodo de estrellas de cine en el sentido más puro del término.
Una de esas estrellas que aún viven es Maureen O’Hara. Esta bella pelirroja protagonizó
westerns, cintas de acción, comedias románticas, películas familiares e incluso
dramas de época. Con su alta figura y su porte de mujer fuerte, era el
contrapeso perfecto para actores como John Wayne. Maureen O’Hara era nada menos
que la actriz favorita de John Ford, considerado por muchos como el mejor
director de todos los tiempos. Fue Ford quien convirtió a O’Hara en un rostro
imprescindible del cine, teniéndola como protagonista de algunos de sus mejores
trabajos como la Ganadora del Oscar How
Green was my Valley (1941), Rio Grande
(1950) y la excelente The Quiet Man
(1952). Cualquier persona se llevaría un Oscar sólo por estas cintas. Pero O’
Hara también trabajó para genios como Alfred Hitchcock en Jamaica Inn (1939) y fue la Esmeralda de Charles Laughton en la
maravillosa The Hunchback of Notre Dame
(1939). Junto a Tyrone Power protagonizó las taquilleras Sinbad, the Sailor (1947), Bagdag (1949) y The Black Swan (1942). También hizo comedia en Sitting Pretty (1948) con Clifton Webb, The Parent Trap (1961) con Hayley Mills donde madre e hija entran
en el cuerpo de la otra. Fue la esposa de Henry Fonda en Mr. Hobbs Takes a Vacation (1963) y fue la actriz principal del
clásico navideño Miracle on the 34th
Street (1947). A pesar de una vasta filmografía y de ser una de las
actrices más versátiles de su época, Maureen O’Hara nunca recibió una nominación
al Oscar. Al parecer la industria ya estaba acostumbrada a su increíble talento
y su imborrable presencia en la gran pantalla. La actriz se retiró del cine en
la década del 70 para dedicarse a su familia, volvió en la comedia Only the Lonely (1991) con John Candy
pero volvió al retiro luego de esta cinta. A sus 93 años, es hora que la Academia
de Artes y Ciencias Cinematográficas le dé un justo premio a uno de los últimos
rostros de la era dorada de Hollywood. Es un Oscar que tiene varias décadas de
retraso y que permitiría que el nombre de esta legendaria actriz vuelva a los
oídos de los cinéfilos más jóvenes.
John Wayne
y Maureen O’Hara en la escena final de The Quiet Man
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Doris Day
Doris Day
en un retrato de los años 50
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Si el
sentido del Oscar es premiar a lo más distinguido de la industria del cine,
entonces es casi una vergüenza que Doris Day no tenga un Premio de la Academia.
Una de las carreras más exitosas del cine, una de las figuras más importantes
de la década del 50 y 60, Doris Day pertenece a ese pequeño universo de
superestrellas. Con uno de los rostros más bellos que haya visto la pantalla
grande, la rubia Doris fue la actriz de comedias románticas por excelencia de
los finales del sistema de estudios en Hollywood. Después de una prolífica
carrera musical como cantante, Doris Day hizo sus primeras películas en los
años finales de la década del 40, cintas con una trama sencilla que buscaban
destacar su figura y voz. En 1950 tuvo su primer papel maduro en el drama Young Man with a Horn (1950) con Kirk
Douglas, a partir de ese momento su desempeño como actriz fue evolucionando
hasta convertirse en una gran intérprete. Entre sus film más importantes tenemos el exitoso
musical Calamity Jane (1953), Young at Heart (1954) con Frank
Sinatra, el notable drama romántico Love
or Leave Me (1955) donde hace de la corista amante/esposa de James Cagney,
el remake The Man Who Knew Too Much
(1956) junto a James Stewart y bajo la dirección de Alfred Hitchcock, el
biopic Julie (1957) junto a Louis Jourdan
y la comedia Teacher’s Pet (1958) haciendo
de la pareja de nada menos que Clark Gable. En 1959 la figura virginal de Doris
Day fue explotada en la comedia romántica Pillow
Talk (1959), el film fue un éxito en la taquilla y la actriz fue nominada
al Oscar como Mejor Actriz. En esta película, Doris Day iniciaría un dúo con Rock
Hudson que se repetiría en varias cintas durante los siguientes años,
repitiendo la formula exitosa de Pillow
Talk. Mientras Marilyn Monroe era el símbolo sexual de la época, Doris Day
era la mujer que todo padre quería para su hijo, era la vecina del costado, la
mujer ideal. La carrera fílmica de Day era acompañada por una exitosa carrera
discográfica, las canciones de sus películas cantadas por ella eran generalmente número uno en los rankings. La
carrera de Day se fue apagando a finales de la década del 60 cuando el mundo y
Hollywood cambiaban, la presencia dulce de Doris parecía arcaica para tiempos
revoltosos. La actriz hizo el salto a la televisión donde tuvo un éxito
moderado. En 1973, la que alguna vez fue la mujer más popular del cine decidió
retirarse para dedicarse a su vida familiar. La intempestiva muerte de uno de
sus hijos la marcó definitivamente y decidió vivir lejos de las luces. Doris Day
construyó un albergue para animales cerca de su rancho, el cual mantiene hasta
estos días, convirtiéndose en pionera en la lucha por los derechos de los
animales. Desde su retiro, la gran Doris Day ha aparecido en contadas ocasiones
en los medios, una de ellas fue para respaldar a su querido amigo Rock Hudson
cuando este anunció que padecía de sida. En 1992, Doris Day fue al show de los Globos
de Oro a recibir el premio Cecil B. De Mille. Desde esa fecha, la leyenda del
cine no ha vuelto a aparecer en evento grande. Desde hace varios años su nombre
suena entre los posibles ganadores de un Oscar Honorífico, lo cierto es que se
trata de un nombre importante en la historia del cine y dada la importancia del
Premio de la Academia, es hora que esta gran mujer se despida de su público por
la puerta grande.
Rock Hudson
y Doris Day en una escena de Pillow Talk
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