Ha
empezado la temporada de blockbusters en nuestra cartelera. Durante los
siguientes meses, veremos un desfile de películas que buscan atraer a las
audiencias con sus fantasías de acción o con una franquicia conocida. En los últimos
años las películas de Marvel han sido las grandes protagonistas de esta serie
de “cintas pop corn”.
La
historia de Tony Stark es conocida para conocedores y no conocedores de los
comics. Iron Man se ha convertido en un héroe imprescindible de tiempos
recientes. Stark no es un héroe común, es un multimillonario carismático,
mujeriego, encantador, atorrante, poco cercano a la humildad de un Clark Kent o
al heroísmo de un Capitán América. Por el contrario, Iron Man busca la gloria
propia antes que un bien común, la justicia es más una consecuencia que un fin.
Todas estas
características han sido plasmadas de modo eficiente por la actuación de Robert
Downey Jr., que es un actor consumado y que ha sabido darle una figura
interesante al personaje del comic. Justamente esa apariencia atractiva fue el
gran logro de la primera vez que vimos a Iron Man en la pantalla grande. Iron Man (2008) de Jon Favreu era una
cinta fresca, que rompía con la rigidez de otras franquicias, que mostraba que
era posible que un superhéroe pueda causar simpatías y antipatías por su personalidad.
Sin
embargo, en la segunda parte de la secuela ya se podía notar debilidades en el
relato de la historia de Tony Stark. Iron
Man 2 (2010) fallaba en mantener despierta a su audiencia, no presentaba a
un enemigo a la altura del héroe pero por otro lado buscaba aproximar más a los
espectadores con la intimidad del científico. Esta segunda parte también fue
dirigida por Jon Favreu, que además interpreta al leal Happy en la saga.
Esta tercera
entrega, Iron Man 3 (2013) repite
muchos de los errores de su predecesora. La película empieza bien porque busca
darle un origen a la historia que vamos a ver más adelante, como siempre sustentándose
en la personalidad arrolladora del Tony Stark de Downey Jr. Sin embargo la
trama se va volviendo demasiado pesada y la consecuencia de hechos siguientes
parecen una serie de cortos pegados a la fuerza. Esa dualidad que busca
diferenciar al creador de su obra nunca llega a presentarse de manera correcta.
De igual modo, los villanos presentados carecen de la profundidad necesaria
para poder hacerlos atractivos. Un desperdicio teniendo en cuenta que Guy
Pierce y Ben Kingsley interpretan a Aldrich Killian y al Mandarín
respectivamente.
Los
aciertos de la cinta son como siempre sus escenas de acción y el uso de los
efectos visuales, que siempre resultan novedosos y a servicio de la historia. De
igual modo, el personaje principal adquiere cada vez más humanidad, al final de
la cinta casi redentora. La historia hace bien en apoyarse en momentos de
comedia que relajan la tensión de la trama.
El resultado
final es una película irregular, disfrutable pero no completa en su puesta en
escena. Al parecer Iron Man funciona mejor con sus amigos Vengadores que en
soledad.
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